¡Buenas tardes! Hoy vamos a hablar sobre la evaluación de la dislexia. El objetivo de la evaluación consiste en identificar las dificultades que tiene el paciente. Con ello podremos ver qué es lo que realmente le pasa al paciente, es decir, descartar posibles trastornos y confirmar el trastorno que pueda tener.
Lo primero de todo, al encontrarnos con un niño que sospechemos que pueda tener dislexia, debemos de llevar a cabo una entrevista con los padres. En esta entrevista se recogen una serie de datos muy importantes que nos aportarán datos importantes desde los principales hitos del desarrrollo, sus antecendentes familiares, su escolarización...

Después de realizar dicha entrevista podremos descartar cualquier tipo de deficiencia que tanto sensorial como cognitiva. Además se le pedirán las pruebas oportunas para valorar su audición y su visión. También, en este momento, se le pasan una serie de test para obtener su CI mediante la escala del Weschler o el WISC-IV. Como complemento se le podrían administrar otros test que midan sus habilidades motrices. Sin embargo, no se suele realizar si no hay ninguna señal que nos haga sospechar.
A continuación, se le pasa al niño una prueba para evaluar su lectoescritura tales como el PROESC, EDIL, El TALE, PROLEC... Todas ellas evalúan procesos de lectura o bien de escritura. Hay un abanico amplio de test que podemos usar para ello; por lo que, se pueden usar al gusto de cada uno y siempre teniendo en mente cuáles son los procesos específicos de lectura que hay que valorar. Éstos son los siguientes:

Hay más tipos de evaluaciones: la screening y la dinámica. La primera es una evaluación breve que puede decirnos el nivel de lectoescritura que tiene el sujeto. En cambio, la segunda es la que nos informa sobre los avances y el progreso que va teniendo un niño en su tratamiento. El fin es controlar y valorar su evolución.